Ya sabéis que Rusia es un país inmenso, con sus 10.000 kilómetros de longitud entre sus fronteras occidental y oriental y sus 11 husos horarios, y eso es una causa de ciertas incomodidades para viajar por todo el territorio. Sin duda, hay muchas líneas de aviación en todas las direcciones tanto dentro del país como al extranjero. Y hay muchos lugares inaccesibles de otra manera, por ejemplo, ciertas regiones apartadas de Siberia, del Extremo Norte o Extremo Oriente. En algunos territorios vastos y poco habitados casi los únicos medios de comunicación son helicópteros o aviones pequeños, por ausencia de carreteras ni ferrocarril. Y todavía en las regiones del Extremo Norte están frecuentes medios de locomoción como trineos tirados por renos o perros de atelaje. Pero en la entrada actual no voy a contaros las cosas tanto exóticas, pero se tratará de los trenes que surcan nuestra tierra del norte al sur y del oeste al este. Por cierto, hace un mes yo y mi familia tuvimos un viaje de 36 horas de duración y de 1500 kilómetros de recorrido, sólo de ida, a la playa de la ciudad rusa meridional de Anapa, y luego de vuelta también. El caso es que no me atrevo viajar volando por Rusia. Y mis amigas y amigos en España siempre sorprenden: cómo es posible pasar tanto tiempo sentando.
El pasado fin de semana Moscú celebró su 869º aniversario. Entre muchos actos festivos la parte masculina de mi familia eligió un viaje en un nuevo medio de transporte que ha sido inaugurado para esta fecha: el ferrocarril de circunvalación alrededor de Moscú.
Ya llegó un momento para contaros un poco de la playa y la ciudad donde pasé mis vacaciones con mi familia.
En Rusia se considera una costumbre muy saludable pasar las vacaciones en la playa del sur. La mayor parte del año en la Rusia Central presenta el frío con muy pocos días soleados, y por eso estar por lo menos un par de semanas junto al mar en el clima cálido es nuestra necesidad vital. Durante la época soviética era imposible viajar al extranjero: el régimen no lo permitía casi nunca. En las últimas décadas ya podemos viajar por donde queríamos, y nuestra gente prefiere las playas de Turquía y Egipto por los motivos económicos (ante otros países) y por la calidad de servicios en dichos países (ante la de Rusia). Si os parece raro, no lo dudéis: pese a la existencia de las ciudades vacacionales en la misma Rusia la calidad de sus infraestructuras y de servicios aquí dejan mucho que desear. No obstante mucha gente rusa prefiere nuestras playas por costumbre o por otros motivos, y por eso aún en la actualidad, con sus nuevas posibilidades, estos lugares no están desiertos en verano.