Los centinelas de las ciudades rusas. Parte 2


La respuesta a la adivinanza de la entrada anterior es muy sencilla, pero sospecho que las ciudades españolas no tropezaron con el problema como ese por cierta diferencia del urbanismo de ambos países. Como comentó ayer mi amiga bloguera Ana, y tuvo cierta razón, las torres  cumplieron función de vigilancia contra un enemigo. Pero ¿quién o qué fue este enemigo, uno de los más poderosos enemigos que amenazaron a las ciudades y los pueblos rusos de los tiempos pasados? Vamos a ver…

Las ciudades y pueblos en Rusia hasta el siglo pasado o antepasado siempre han sido edificados con casas de pocas plantas y de madera (porque la Rusia central está situada en llanura que carece de rocas y montañas pero está llena de bosques de árboles robustos y altos). Mencionamos también que el fuego vivo en aquellos tiempos se utilizaba para cocinar, para la calefacción y el alumbrado de las viviendas… Las casas parecidas a esas de la imagen abajo presentaron la mayor parte de la urbanización.

Por supuesto, en las ciudades grandes poco a poco se levantaron las casas altas y de piedra o de ladrillo (y mucho más tarde de hormigón), y aún así las casas antiguas llevaban muchas partes de madera, como  techos intermedios o vigas. El auge vertiginoso de la construcción urbana en Rusia se empieza sólo a principios del siglo XX.  Hasta entonces el incendio fue un enemigo amenazador de las ciudades y pueblos.

El poeta decembrista ruso Aleksandr Odóyevski escribió en uno de sus poemas una frase que casi un siglo después se ha convertido en un lema del movimiento antizarista dirigido por Lenin: “De una chispa el fuego se reavivará”. El poeta dio a sus palabras un sentido figurado, pero si pensamos en su sentido propio, vemos que mucha razón lleva la frase. De sólo una chispa puede surgir la llama que sea muy difícil de apagar. Las llamas de un gran incendio pueden destruir completamente toda la ciudad o pueblo. Ha sido lo que había pasado, por ejemplo, en Moscú, varias veces durante su historia antigua. Los más importantes incendios tuvieron lugar en 1365, cuando se quemó por completo el antiguo Kremlin de madera, y dos años después ha sido levantado un nuevo de piedra; en 1547, cuando ha sido destruido un tercio de la ciudad; en 1571, cuando supuestamente ha sido perdida la biblioteca de Iván el Terrible; en 1611, cuando la ciudad ha sido incendiada por los invasores polacos. El último gran incendio en Moscú tuvo lugar en 1812, cuando Napoleón Bonaparte con sus tropas ingresó en la ciudad tras la Batalla de Borodinó, y hay varias versiones de su causa; sin embargo, fue entonces cuando tres cuartas partes de las construcciones de madera de toda la ciudad fueron destruidas por el fuego.

Como vemos, la lucha contra tal enemigo requería ciertas contramedidas. En 1804 el zar Alejandro I de Rusia libró un decreto sobre la organización de equipo de bomberos en Moscú, y desde entonces en la mayoría de las ciudades rusas empezaron a construir las torres del bombero, o las torres de vigilancia de incendios (en ruso kalanchá). Normalmente esas torres coronaron los edificios de dos o tres plantas donde se situaban puestos de bomberos. En aquella época esas construcciones fueron las más altas en una ciudad o un barrio.

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Foto de la página web photo-moskva

En la galería de arriba siempre estaba un vigía que observaba desde la altura por todas las direcciones buscando los primeros señales de humo o fuego. Al percibir algo así, avisaba a los bomberos que vayan a apagar el fuego. Tras las puertas grandes del edificio estaban preparados carruajes y toneles con agua. También un vigía podría hacer señales a los puestos vecinos de bomberos indicando dimensiones y localización del incendio mediante a globos de colores o luces.  Más tarde carruajes han sido sustituidos por vehículos especiales, y desde los años treinta del siglo XX, cuando se aumentó mucho la cantidad de plantas de edificios y a la vez apareció la telefonía, el servicio de vigilancia de incendios se hizo ineficiente. La construcción de las torres del bombero se acabó, aunque las que ya fueron construidos en su mayoría se conservan en su debido lugar, y muchas de ellas son monumentos protegidos de la historia y arquitectura.

Las fotos de Wikipedia

Entre las torres de todo el país la de la ciudad de Kostroma destaca por su belleza, siendo una de las curiosidades más emblemáticas de la ciudad y un mejor adorno de su casco histórico.

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Fue construida en 1824-1827 en estilo clásico tardío, a imagen y semejanza de un templo antiguo con un pórtico que consta de un alto frontón y de seis columnas jónicas. La fachada esta dotada con ventanillas rosetones, y en el centro del triángulo del frontón está el águila bicéfala, que fue no sólo un símbolo de los Habsburgos y muchas demás culturas, sino un símbolo del Imperio ruso (y en la actualidad de la Federación Rusa también). El mismo emperador Nicolas I de Rusia estuvo maravillado viendo esa obra maestra del arquitecto Piotr Fúrsov. Lo más interesante es que la torre de Kostroma hasta hace poco tiempo estuvo utilizada como es debido, y en este edificio se situó la dirección general de bomberos de la provincia. Sólo en 2005 todo el conjunto estuvo entregado al museo de Kostroma. Hasta ahora la torre sigue siendo un punto más alto de la ciudad.

En la actualidad los equipos de bomberos utilizan las torres para secar mangueras de incendios. Es interesante que los nuevos puestos de bomberos siguen equipándose con una similitud de las torres antiguas.

bomberos

El puesto de bomderos de mi barrio. La foto de este sitio.

11 comentarios en “Los centinelas de las ciudades rusas. Parte 2

    1. vozdemoscu Autor

      Es que para el viento o la nieve no hay contramedidas eficientes, salvo informar la población. Y en las ciudades uni ni otro no presentan un gran peligro. Pero me gusta mucho tu hipótesis. Gracias por el intento que resultó muy interesante y poético. Un saludo.

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      1. Lord Alce

        Tras leer la respuesta, es cierto que es mucho más lógico para avisar del fuego. Como dices, aparte de decir a la gente que se refugiara, ¿qué? Otra cosa sería que fuera un mundo de gigantescas tempestades, como las de arena de Marte, pero con ventiscas que arrancan la piel…
        Ya me callo, que me voy por las ramas 😀

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        1. vozdemoscu Autor

          No te calles, Luis, por favor, me gusta el hilo de tus pensamientos. 🙂 Pero ¿qué digo yo sobre la gente que se refugiara? En cuanto a las gigantescas tempestades que arrancan la piel, no me acuerdo que algo así ocurriera en la Rusia central. Posiblemente en el Norte Extremo o en las estepas del sur, pero hasta arrancar la piel, eso no creo que sea posible. El mayor peligro es que todas las vías pueden encontrarse cubiertos con la capa gruesa de la nieve y un caminante o un pasajero de un vehículo no pudiere orientarse sobre el terreno y así no pudiere alcanzar la población, y estuviere sometido al riesgo de morir helado.

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          1. Lord Alce

            Mira que si no me callo, las divagaciones pueden ser enormes… Yo aviso.
            Las pellizas de la meseta española sumadas al cierzo zaragozano y las nevadas (como la de ahora) en el Pirineo no son nada al lado del clima de Rusia. Eso está bastante claro…
            Y sobre los incendios, me viene a la mente el problema que la Roma republicana e inicios de la imperial tenía con múltiples fuegos cada dos por tres, muchos causados por los especuladores inmobiliarios (a ver si nos creemos que esto es algo que hemos inventado hace poco 😦 ). O el enorme incendio de Londres de 1666. En ambos casos, la ciudad resurgió con mayor fuerza. El mito del ave fénix en todo su esplendor, por así decirlo.

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            1. vozdemoscu Autor

              No me puedes asustar con las divagaciones, jajaja. (Si no contesto rápido, es porque a veces tengo que salir por ciertos asuntos, pero siempre contesto al volver)
              Sí, por los especuladores inmobiliarios hasta ahora (por lo menos en Rusia) hay muchos incendios, aunque ahora se limitan con un sólo edificio porque hoy en día los bomberos saben localizar bien el fuego. Los incendios grandes de la historia se conocen desde el mundo antiguo, eso sí, el primero fue el de Troya, luego Roma y Alejandría. Me gusta tu comparación con el ave fénix, y en la mayoría de los casos fue exactamente así, aunque hay varias no sólo ciudades, sino las culturas completas que no se fueron recuperadas, como el ejemplo de dicha Troya. A las alturas del siglo XVII, como fue en el caso de Londres, el ave fénix ya tuvo muchas fuerzas para resucitar.

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  1. Jesús Valero

    Muy interesante tus historias sobre Rusia.
    También se me había ocurrido el intento de invasión de Napoleón. Pero ya veo que el mayor peligro era el fuego.
    Eres fantástica Yulia. Me encanta saber sobre la cultura rusa. Y la estamos aprendiendo con con mucha sutileza y muy entretenida mente. Eres una gran guía de Rusia.
    Un abrazo

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    1. vozdemoscu Autor

      ¡Muchas gracias, Jesús!
      Intento contar las cosas que me interesan a mí también, y por eso pueden ser interesantes a los demás. Me alegro mucho que te gusta. Sobre todo pensé este blog después de nuestras conversaciones en Zaragoza, siempre planeando y escribiendo entradas pienso en vosotros y intento elegir algo interesante (y para mi no son las cosas de la poítica y algo así). Y además llevo un otro blog en ruso donde comparto mis conocimientos de la cultura española que me encanta siempre.
      Un abrazo

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  2. Pingback: Uno de los tesoros de oro: la ciudad de Kostromá | vozdemoscu

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