En el siglo XIII, durante el reinado de Alejandro III de Escocia vivió un poeta o más exactamente un bardo, un juglar escocés que se llamaba Tomás de Erceldoune. Además le llamaban Tomás el Honesto porque nunca mentía, o Tomás el Rimador porque tenía un gran talento poético componiendo versos y baladas que hasta ahora se consideran primeros ejemplos de la poesía inglesa. Ejerció la gran influencia en los escritores ingleses posteriores, hasta que se cree que «Rip Van Winkle» de Washington Irving estuvo inspirado por su propia historia. El caso es que Tomás no sólo inventaba las leyendas sino se ha convertido en un personaje de las leyendas. Dice la leyenda que un día Tomás desapareció sin dejar huellas. Y pasó siete años en Elflandia, donde la mismísima Reina de las Hadas en señal de amor le regaló el don de la profecía.
Tomás el Rimador pertenecía a la familia de los Learmont. Siglos después, en 1613, uno de los descendientes de dicha familia, Jorge Learmont, se alistó al servicio del zar Miguel I de Rusia. Algo más tarde se convirtió en la fe ortodoxa y dio comienzo a la noble familia rusa de los Lérmontov que dos siglos más tarde dio a luz a uno de los más importantes poetas y escritores rusos: Mijaíl Lérmontov. Este año se conmemora el 175º aniversario de su fallecimiento.

Piotr Zabolotski. Retrato de Lérmontov
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