Pasados por el fuego, el agua y las trompetas de cobre


Paseando por una de las avenidas de la parte central de Moscú, se puede ver un monumento curioso. Es un válenok (válenki en plural), una bota de fieltro: un calzado típico de invierno en Rusia.  Está instalado al lado de la entrada a un restaurante del mismo nombre, «El Válenok» en Moscú. Es una obra de Valeria Loshak, una artista de San Petersburgo, y es el mayor válenok del mundo. Mide 6 metros de altura y tiene una puerta para entrar al dentro.

Como debido, la obra está hecha del fieltro, para su creación se había utilizado unos 300 kilos de la lana de oveja, y pese a eso no está expuesta a la influencia del tiempo atmosférico: mojada bajo la lluvia, se seca durante una hora. Estas cualidades hace siglos se han convertido los válenki en uno de más utilizado calzado durante el invierno ruso, muy frío y nevoso. El fieltro de cierta densidad es un perfecto aislamiento térmico para poder pasar horas al aire libre (y hay muchos oficios que lo requieren, como obreros en la construcción de edificios y carreteras, hacheros en la industria  maderera, pescadores, geólogos y petroleros, etc.). Los llevaron soldados rusos participando en las Guerras Primera y Segunda Mundial. Los más pequeños hacen sus primeros pasos por la nieve con válenki. Hoy en día ya existen muchos materiales modernos que ayudan soportar el frío, y pensé que ahora los válenki ya no fabrican en gran escala. Sin embargo, mi  última salida de compras al Al Campo de Moscú (aquí se llama el Auchan) me sorprendió mucho: los válenki se venden aun allí. Resulta que hasta ahora en Rusia funcionan unos cinco fábricas y varias en los países de la ex URSS, donde producen este calzado de invierno.

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Ya veis que no es un calzado de lujo: tienen un aspecto bastante feo. Pero en la actualidad hay muchos modistos diseñando los modelos muy modernos y bonitos, de colores vivos, con adornos y bordados de abalorios y aún con tacones.

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Foto de este sitio.

El material a partir del cual se producen los válenki tiene su origen en vivienda llamada yurta que utilizaban los pueblos nómadas de Asia central y de Siberia. La yurta consiste de una carcasa cubierta con lienzos de fieltro, un material textil muy denso hecho de la lana de oveja.

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Aunque es una técnica muy antigua, el calzado de fieltro comenzaron hacer sólo a partir del siglo XVII. Tradicionalmente los válenki siempre hicieron de tres colores naturales: blanco, negro y gris (mezclando la lana blanca y negra), sin adición de colorantes u otras cosas. La fabricación de los válenki de manera artesana tarda por lo menos tres días y requiere de 4 a 7 kilos de la lana de oveja. Sólo esta materia prima y el agua caliente: no se necesita nada más, y ni un animal no sufre en el proceso. Primero la lana se mezcla, se carda y se comprime bajo la acción del vapor caliente, luego le dan forma a un futuro artículo: en este caso más parece  a un calcetín gigantesco de Gulliver.

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Luego hay que enfurtirlo con ayuda de un gran rodillo, así como lo hacemos aplastando la masa para hacer empanadas, pero aplicando mucho más esfuerzos, y eso es la razón por la cual los fabricantes de los válenki son hombres robustos. En la industria este paso hacen mediante a cilindros y prensas especiales. Durante el proceso la lana se riega con el agua caliente. Ahora este «calcetín» tiene que pasar, hablando metafóricamente, «el fuego, el agua y las trompetas de cobre»: esa expresión o la frase hecha la utilizamos en ruso para decir que algo o alguien debe ser sometido a varias pruebas, el fuego y el agua simbolizan unos obstáculos y desgracias, y las trompetas, la prueba del triunfo. En el caso de la fabricación de los válenki eso significa que  se maceran  y se cuecen en el agua hirviendo. Luego la pieza bruta ya parece a un calzado disminuyéndose en tamaño, le dan su debida forma final con ayuda de una horma y un mazo, y lo meten a un horno para secarlo. Finalmente lo pulen y ya está.

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Los válenki no forman un par, es decir no hay diferencia entre el izquierdo y el derecho, son iguales. Y sólo en el proceso de su uso se amoldan según los pies del usuario. Por cierto, hace tiempo, cuando los válenki costaban mucho, las familias campesinas a veces tenían sólo el único par de válenki para todos sus miembros, y por eso se ha nacido un refrán popular: «Los válenki son de quien se levanta más temprano».

Los válenki son ideales para andar por la nieve seca que aparece a las temperaturas muy bajas. Sin embargo, a las temperaturas más altas la nieve está húmeda, y las botas de fieltro pueden calarse. Para este caso se hacen los válenki con suela del caucho, que se fija a la suela de lana mediante el proceso de  vulcanización.

Pero los más utilizados son los válenki sin tal suela, sino con los chanclos de goma aparte que se ponen sólo para el tiempo húmedo.

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En los tiempos antiguos los válenki a veces podrían servir como esquí o patines de hielo o de rueda, con ayuda de simples utensilios.

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Foto de este sitio. Es unas muestras del museo de válenki en la ciudad de Myshkin.

Pese a que este calzado mantiene cálidos los pies, esos nunca sudan gracias a las cualidades de la lana. Se cree que llevar los válenki es beneficioso para la salud: es un remedio natural para curar los dolores óseos y articulares.  Es interesante que la selección olímpica rusa en los  Juegos Olímpicos de Salt Lake City 2002 llevaba los válenki con chanclos.

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En la antigüedad durante las Pascuas de Navidad en las aldeas rusas las mozas practicaban varios sortilegios para conocer si se casarían durante el año, y uno de los sortilegios consistió en tirar un válenok a la calle y si éste cae indicando con la puntera al lado opuesto de la casa,  hay que prepararse para la boda. Ahora esta tradición está olvidada, pero en varias ciudades rusas todos los años organizan divertidos campeonatos de lanzamiento de los válenki.

No es el único calzado de invierno que se emplea para soportar el frío en Rusia. Los pueblos norteños, que se dedican en su mayoría a la cría de renos, llevan untis, las botas de piel de reno. Pero eso es la otra historia.

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Los válenki aparecen con frecuencia como parte de monumentos a ciertos personajes de la historia rusa: por ejemplo, los lleva la estatua de Konstantín Tsiolkovski, «el padre de la Cosmonáutica».

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En cuanto al válenok gigantesco en el centro de Moscú, a veces suele disfrazarse. Así se vio pasado verano, adornado de pedazos de tela.

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Y así, con iluminación de encaje, este invierno.

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14 comentarios en “Pasados por el fuego, el agua y las trompetas de cobre

    1. vozdemoscu Autor

      Tienes razón, Yolanda, con telas y luces son mucho más bonitos. De niña yo odié esas botas, y si tuvieran un aspecto algo mejor, podría llevarlos sin duda. ¡Gracias por pasar por aquí y por tu comentario!
      Un abrazo a ti igualmente.

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  1. Lord Alce

    Muy, muy, muy interesante. El hablar de este curiosísimo monumento como entrada a un proceso de pura etnografía (que me encanta) me ha llevado a las imágenes típicas de las estampas de la Rusia zarista (hablo de este período porque tenía una serie de libros ilustrados de cuentos rusos que tenían lugar en los siglos de la Edad Moderna y Medieval y que siempre me resultaron muy interesantes, con esa mitología tan diferente a la de la Europa Occidental) en la que las gentes, en efecto, calzaban estos válenki (que gracia a ti, ahora, sé que se llaman así, porque no tenía ni idea)
    Y estupendo el detalle de la vulcanización: la tradición no tiene por qué estar reñida con la aplicación de técnicas más modernas (esta técnica no lo es tanto, claro, pero ya me entiendes) que las mejoren manteniendo su espíritu. ¡Un saludo!

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    1. vozdemoscu Autor

      ¡Muchas gracias, Luis! He estado preocupada de que este artículo pudiera ser aburrido por contar de las cosas demasiado especiales. 🙂 Me alegro mucho de que te ha gustado. Ahora estoy intrigada por tus libros de cuentos. El caso es que los cuentos de la Edad Media en Rusia son algo muy especial, como unos poemas épicas (llamados bylinas) sobre héroes antíguos y todo eso. Por aquel entonces seguramente los válenki todavía no existian, aunque en las ilustraciones modernas puedan aparecer. Muy interesante. ¡Una saludo de vuelta!

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      1. Lord Alce

        Tiro de recuerdos de la infancia: Me viene a la memoria una antología de cuentos de un tal (me acuerdo del nombre, es de esas cosas que se graban a fuego y no se te olvidan) A. Afanasiev que supuso mi primer contacto con Baba Yaga 😀 😀 😀
        Estaba ilustrado, y los niños iban todos con los válenki y ropas (creo) amplias, en plan poncho mexicano.
        PS: Como soy así, he echado un vistazo rápido a la wiki y ya sé quién era ese señor. Sí, hasta ahora no me había preocupado por él, la verdad.

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        1. vozdemoscu Autor

          Síííí, Aleksandr Afanásiev fue un folclorista y coleccionador de cuentos populares, muy famoso y está traducido a español. Baba Yaga es un personaje más frecuente de los cuentos rusos, y eso sí, siempre lleva los válenki en las imagenes donde aparece. Aquí se añade un aspecto más: este calzado siempre llevaron (y puede ser que llevan hasta ahora) los ancianos aldeanos en Rusia, y los llevan sin quitárselos aun en verano, para calentar sus huesos y articulaciones. En cuanto a Baba Yaga, hasta ahora sirve para asustar a los niños traviesos. 🙂 Y ella sigue apareciendo en los cuentos actuales, aunque en este caso es un personaje diferente, no muy mala, algo graciosa y todo eso. Ropas amplias como el poncho, no tengo ni idea que sea, posiblemente el abrigo de pellejo. O un vestido femenino tradicional, no lo sé. Pero muy interesante. Me alegra que eres un experta en cierto grado.

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    1. vozdemoscu Autor

      ¡Muchas gracias, Francisco, por tu comentario! Es la razón por qué escribo sobre esas cosas curiosas y poco conocidas, espero que así el mundo diferente sea más cerca para nosotros todos. Espero que algún día te los pongas, 🙂 ¡Un abrazo!

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