Otra vez estoy desaparecida de mi blog por motivos de los cuales os contaré pronto (así como volveré a leerlos todos, sólo necesito un poco más tiempo para eso). Pero ahora me encuentro bajo la impresión muy fuerte y quería compartirla con vosotros. Como posiblemente ya sabéis, hace dos semanas, 29 de mayo Moscú sufrió una catástrofe de origen natural, la tormenta que causó al menos 15 muertos y 200 heridos, sin mencionar muchas destrucciones por toda la ciudad y sus alrededores. Así vivimos en la parte europea de Rusia: no sufrimos terremotos ni erupciones de volcanes (por su ausencia), pero al menos una vez al año, normalmente en verano, un elemento desenfrenado de la naturaleza nos ofrece una tormenta de mucha fuerza. El peligro principal en este caso consiste en árboles y ciertas construcciones urbanas que caen desde su altura, matando o hiriendo a las personas, aplastando coches y llevando otras desgracias. En 1904 casi todas las construcciones de madera en Moscú fueron desaparecidos o destruidos por causa del huracán. La tormenta de este año fue también muy fuerte, una de las más fuertes que tuvieron lugar durante toda la historia de observaciones meteorológicas. La velocidad del viento alcanzó a 130 metros al segundo. Por pura suerte, en mi barrio el huracán casi no resultó la caída de árboles (aunque muchos ya cayeron en los años anteriores). Cuando vi por la ventana de casa que empezaba algo horrible, mi hijo iba a salir al cole (tuvo clase por la tarde), y le dije que no salga, teniendo mucha razón, como vimos luego. Bueno, ya pasó mucho tiempo, y el domingo salí con mi familia a nuestro favorito parque nacional, Losiniy Ostrov (La Isla de los Alces), a distancia de tan sólo diez minutos andando desde nuestra casa. Y eso es lo que se ha abierto ante nuestros ojos.
Así fue el bosque durante muchos años anteriores. Aunque todos los años varios árboles caen, el efecto no es tan duro. El bosque se queda accesible, con muchos senderos y claros.
Y tal aspecto tiene ahora. Es casi imposible pasar por el bosque, ya no hay senderos, todos están obstruidos con los árboles caídos, en su mayoría son abedules.
Mi favorito claro del bosque ahora está instalado verticalmente, siendo levantado por las raíces de árboles.
Los árboles, que se mantuvieron de pie, están aplastados por los que cayeron. Espero que de aquel momento nadie estuvo por allí.
Así son las fuerzas de la naturaleza. ¡Vamos a cuidarnos!
Aunque da miedo lo que ha pasado y siento mucho que personas y árboles hayan sufrido está fuerza natural…esta historia con sus preciosas fotos es bonita, paradójica mente
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¡Muchas gracias! A mi me también parece que hay algo atractivo y bonito en todas las manifestaciones de la naturaleza, aunque sean destructivas. ¡Saludos!
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La madre tierra reacciona tarde o temprano.
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Creo que entiendo que quieres decir, Fabio, y tienes mucha razón. Aunque en cuanto a este sitio, la Isla de los Alces, lo queremos todos, y lo protegemos del todo. 🙂 La naturaleza siempre ha mostrado su fuerza, en todos los tiempos. Gracias por tu opinión. ¡Saludos!
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Wao! No tenia idea lo del huracán. Afortunadamente tu y tu familia se encuentran bien. Es lo importante. Lo del bosque me deja sorprendida. Vaya fuerza! Y las fotos son espectaculares a pesar del desastre. Hay que estar alertas nada más, con la naturaleza no se juega. Un fuerte abrazo ❤
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¡Muchas gracias por tu comentario! Tienes razón, hay que estar alertas ante tal fuerza. ¡Un fuerte abrazo para ti!
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Cuidaros mucho Julia, un abrazo !
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¡Gracias, Francisco! Y vosotros también, porque la naturaleza por todo el mundo puede ser impredecible. ¡Un abrazo a ti!
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En efecto, las fuerzas de la naturaleza desbocadas son brutales. Y nos dan una dura lección de humildad, pese a que, con los siglos y la evolución tecnológica podemos paliar sus estragos…
Ante este paisaje de desolación en la isla (por cierto, no sabía que había una isla «de los míos» ahí 😀 ), pienso que nuestro famoso cierzo es, en comparación, una brisita de nada.
Lo cierto es que por ahí, en Rusia, tenéis unas inclemencias que son una barbaridad…
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Sí sí, «los tuyos» son muy abundantes en mi país, y hay mucho en este bosque, los vi con mis propios ojos varias veces. 😀 Por cierto, me siempre interesa de dónde procede tu seudónimo, nunca he sabido que en España hay algunos.
Tienes razón, nuestro clima es más que una barbaridad, es uno de los peores en el mundo (salvo algunas zonas de Ártica, Antártica o Sahara). 🙂 En cuanto al cierzo, jejeje, no me digas, en sus «mejores» momentos está comparable con este huracán, la diferencia es que en Zaragoza casi todos los árboles capaces de caer ya se han caído, y además no se crecen en la región los árboles «peligrosos». Y también, normalmente en la Rusia europea y central los vientos demasiado fuertes no son habituales, aparecen en momentos de las tormentas, y no siempre con tal fuerza. El cierzo en Zaragoza me ha sorprendido muchísimo, porque la mayor parte del año sopla y sopla, y desde octubre hasta mayo es algo catastrófico, aunque durante el verano siempre tengo ganas que vuelva a soplar. 😀 😀 😀 Y a veces lo hace, aunque sin mucha frecuencia. 🙂
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Pues sí… ahora el poco aire que sopla se agradece muchísimo y hace, como dices, añorar el viento invernal zaragozano. ¡Qué calor! Ya conoces lo que es esta ciudad con el clima, de todos modos 🙂
No, en España no hay alces. Y sobre mi seudónimo… venga, lo voy a contar, va 😉
En realidad, ALCE es un acrónimo compueso por las primeras letras de palabras que, en mis partidas de rol de hace muchos años (pero muchos, llevo así como 20 años usándolo en todo tipo de sitios) utilizaba mucho, hasta convertirlas en clichés en mis narraciones:
-Aproximadamente
-Lupanar
-Ciclópeo
-Evanescente
Tiene algo más de miga la anécdota, no es cuestión de aburrir. Y el «Lord», bueno… es por darle algo de brillo y lustre 🙂
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¡Que interesante lo del acrónimo tuyo! Nunca hubiera sido capaz adivinarlo. 🙂 La palabra «lupanar» no la he conocido, y el diccionario me dice que significa «casa pública», ¿es verdad? Todavía no he visto muchas alusiones a eso en tus escritos.
En cuanto al clima zaragozano, sí es duro a veces, aunque ahora mismo quería mucho recibir una pequeña parte de vuestro calorcito. 🙂
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Jejeje… Lupanar, casa pública… más bien prostíbulo 🙂
No, en mis escritos estas palabras ya no salen tanto. Salían hace muchos, muchos años, en mis partidas de rol 😉
¡Oye! Si quieres algo de calor, tenemos aquí a patadas, así que, si te llevas algo, nos haces un favor 😀
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😀 😀 😀
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Hola Julia. Ojalá pronto vuelvas a la normalidad. Salud(os) y un abrazo.
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Hola Paco. Gracias. Espero que vuelvo pronto, aunque este verano lleva muchas cosas que hacer. 🙂 Saludos y un abrazo.
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Pingback: Después del huracán – POR LA PATRIA BUENA
No sabía que hubiese eso en Rusia .La naturaleza es imprevisible.Muy bonitas las fotos.Julia un buen post.Me ha encantado
Saludos amiga
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Muchas gracias, Elena. En Moscú este año es muy anómalo, y sobre todo este verano. Más cierto es decir que no hay ningún verano. 😀 Saludos y un abrazo.
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He estado un rato buscando buena información sobre esto y por fin lo he encontrado, muchas gracias.
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